martes, 31 de enero de 2012

El Principio de Le Chatelier

Ando en Starbucks. Perdónenme, pequeños negocios de café, pero andaba medio sin rumbo y fue el primer lugar que se me ocurrió venir que tuviera enchufes para mi computadora.

De todos modos, como decía, ando en Starbucks, leyendo sobre temas relacionados al sistema reproductivo como parte del bloque que andamos estudiando en la escuela. No necesito añadir que la mayoría del material me hace preguntarme si alguna vez querré ser madre, porque hay como 35 billones de cosas que pueden salir mal en el proceso, jeje. Anyway, tengo un poco de sueño así que ando desconcentrada, y mi mente se puso a pensar en lo que ocurrió hoy en Puerto Rico. Si no han visto las noticias, se los resumo: los vecinos de Vieques y Culebra han decidido utilizar métodos más agresivos para llamar la atención sobre lo que está ocurriendo hace varios años en sus pueblos, y que recientemente ha cobrado intensidad. Me refiero al asunto de los problemas de transporte que enfrentan, cosa que afecta su economía, su salud y su vida cotidiana, entre otras cosas. Las lanchas para viajar entre la Isla Grande y las islas municipio no han estado funcionando como deberían, y el bienestar de nuestros hermanos y hermanas allá se ha visto muy afectado. La situación es grave. Los negocios están cerrando y las opciones ya limitadas de las personas allá se están limitando aún más. Está mala la cosa.

No obstante, me enorgullece mirar el periódico. Me enorgullece ver videos como este, y ver cómo a pesar de la inatención del gobierno, los viequenses y culebrenses, junto con uno que otro solidario del resto del país, han decidido tomar cartas en el asunto. Si alguno esta mañana no pudo llegar a tiempo a su trabajo por el tapón que formó la manifestación, imagínese no poder regresar a su casa a tiempo luego de un día de trabajo, porque no están funcionando las lanchas. Imagínese no poder llegar a una cita médica que lleva esperando meses por lo mismo. Esta gente no se ha quedado de brazos cruzados ante su situación. Al contrario, se han animado a defender sus posturas, a ejercer presión sobre el gobierno y la prensa, para que se atiendan sus muy válidos reclamos. Quizás son pocos, quizás no tienen demasiados recursos. Quizás tenga que pasar un buen tiempo antes que el gobierno los tome en serio y les 'haga caso'. Quizás la situación se ponga peor antes de empezar a ponerse mejor. No obstante, ahí estaban hoy los viequenses y los culebrenses hoy, habitantes de dos de los lugares más mágicos de nuestra Isla, luchando por algo que no solo les afecta y les concierne a ellos, sino que debería importarnos a todos los puertorriqueños.

Lo que me lleva a mi punto. En la química, se define una reacción en equilibrio como el estado en el cual ya no hay producción neta. Las moléculas siguen chocando, se crean y se destruyen enlaces, pero en resumidas cuentas, siempre te quedas con igual cantidad de reactivos y de productos. Interesantemente, el principio de Le Chatelier plantea que 'una reacción química se mantendrá en su equilibrio a menos que experimente un cambio en presión, volumen, temperatura o concentración'. Ese cambio, esa incomodidad obliga al sistema a tomar medidas para ajustarse y responder a la nueva situación. Si de pronto me fui en un viaje brutal y no hago sentido, lo que intento decir es esto: en la química y en la vida y en el universo, las cosas se quedan igual y permanecen en el 'status quo' a menos que decidamos hacer algo al respecto.

Hoy me imaginé Puerto Rico como una reacción química en equilibrio. Me imaginé las partículas interactuando unas con otras, la gente chocando unas con otras, conformes con la concentración de violencia que tenemos, con la temperatura y los ánimos caldeados, con la presión constante del día a día, con el alto volumen de problemas que hay en el país... Conformes. Constantes. Resignados. Nos quejamos mucho, pero de corazón, me parece que hacemos tan poco...

Albert Einstein, aquel brillante físico alemán, definía la locura como "hacer lo mismo una y otra vez, esperando resultados diferentes." Me parece que insistimos en aplicar las mismas soluciones a los mismos problemas, esperando que como por arte de magia, obtengamos resultados distintos. ¡Qué locura! ¡Qué insensatez! (pero) ¡Qué mucho hago eso todos los días! jajajaja, ay, la ironía.

En resumen, quiero ejercer mi parte en cambiarle la temperatura al país, bajarle la presión, aumentarle la dosis de amor, de compasión, de solidaridad. Mira, no me importa si sueno como disco rayado, pero es que estoy convencida de que el amor transforma, estoy convencida que mis palabras dóciles/mansas/amorosas calman el coraje, la ira, la frustración de la gente. Estoy convencida de que sólo hace falta una persona con acciones pequeñas (pero constantes) que ande interrumpiendo, deconstruyendo, desestabilizando, incomodando. Obvio, interprétenme en el cotexto. Llámenme ilusa, pero ando inspirada en un libro bien viejo que llevo leyendo desde pequeña y que en estos últimos años ha revolucionado mis ideas.

En segundo resumen, jejeje, mis respetos a los viequenses y a los culebrenses, y al resto de los puertorriqueños que se unieron a sus esfuerzos hoy. Me inspiran, me retan a moverme, me obligan a sacudirme, a incomodarme con mi inactividad. Aunque sea sólo amparada de la fe, insisto en creer que se puede soñar y que es necesario trabajar para algo mejor.

Puerto Rico, mira el ejemplo de estos hermanos y hermanas. Y por favor, ¡coge oreja!

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