jueves, 30 de abril de 2020

Pensando en Jaideliz

Escribo lo siguiente con mucho respeto, con timidez y también con el pecho encendido de solidaridad por mi gente. En enero del 2020, falleció una chica de 13 años en Vieques llamada Jaideliz Moreno Ventura. Los detalles de su muerte no ameritan ser descritos aquí pero en resumen, murió por negligencia, murió de injusticia, murió porque en Puerto Rico, existen muchos pequeños puerto ricos por dentro. Murió porque en Vieques no había ni el equipo médico más básico para atender las emergencias que puedan surgir en las más de 9,000 personas que allí viven.


Ahora mismo estoy de guardia. Es la 1 de la mañana y agraciadamente, el volumen de pacientes ha estado lento. Me ha dado tiempo de sentarme aquí a pensar, a leer publicaciones científicas con las que intento activar mi imaginación, vencer mis miedos de otro fracaso, y descubrir algo chévere. Y mientras intento concentrarme en eso, mi mente se sigue desviando hacia el sur, hacia la isla. Y como tantas veces me ha pasado desde enero del 2020, mi mente vuelve a pensar en esa chica que nunca conocí, en sus primas despidiéndola luego de su muerte, en sus compañeros de escuela. Y me confronta porque vuelvo a pensar, ¿qué hago aquí? Por 'aquí', me refiero a Filadelfia, al trabajo de mis sueños (que también ha traído sus desilusiones), habiendo completado metas profesionales y aún… Aún sintiéndome incómoda, incompleta. Incompleta porque fuera de Puerto Rico, no me logro encontrar. Los que nos vamos siempre soñamos con volver, y yo sigo soñando cosas fantásticas que quisiera que pasaran en la isla, sueños de salud y justicia. Y no quiero perder el enfoque. Porque hoy leyendo de moléculas esotéricas e ideas que a penas logro masticar en mi mente, realmente me acuerdo que más, más, más mi corazón desea es sencillo. Regresar. Regresar y trabajar. Ser una hormiga trabajadora que empuja la balanza de mi isla un poquito más hacia la justiciar, desde cualquier rincón que se me permita. Con respeto a la familia de esta chica que no conozco, escribe aquí que ella es una semilla en mi corazón, y su vida sigue dando frutos en mí. Y no quiero que se me olvide.


Lo escribo aquí para que cuando me desenfoque, pueda regresar a este sentimiento que tengo hoy y me de cuenta que estoy solo pasando el tiempo aquí, afilándome la mente para que cuando sea el momento, pueda regresar a ser tal vez la neuróloga de Vieques, o de Culebra, o de donde me quieran.

domingo, 26 de abril de 2020

Job 6

Resulta que tuve mucho que pensar y digerir sobre Job 6. Tendré menos sobre Job 7 porque ya lo leí y los estoy preparando, jeje. Espero que puedan seguirme el hilo en este estudio bíblico popular-inventado-no-teológico que he retomado por aquí. 

 Verso 1: ¡Cómo quisiera que mi angustia se pesara y se pusiera en la balanza, junto con mi desgracia! 

 Este verso resuena conmigo. Tenemos una idea intrínseca de lo que es justicia. Cuando ocurre lo inesperado, nuestro instinto es ‘hacer la matemática’ del asunto. Y... la vida no es pura matemática. 

 Versos 9-10: ¡Ah, si Dios se decidiera a destrozarme por completo, a descargar su mano sobre mí, y aniquilarme! Aun así me quedaría este consuelo, esta alegría en medio de mi implacable dolor: ¡el no haber negado las palabras del Dios Santo! 

 Me parece hermoso y a la vez un poco perturbador esto que dice Job. Por un lado, es hermoso que Job no desea renunciar a Dios y teme renunciar ya que lo que está experimentando no sólo causa dolor sino que le causa disonancia- no ha hecho nada para merecerlo, y eso no encaja en su visión de mundo. Por otro lado, me perturba la idea de que Job prefiera morir antes que cambiar su opinión de Dios. En mi vida he experimentado esto, y a mis 32 años, me parece una visión peligrosa. A veces somos tan rígidos en nuestro pensamiento que cuando algo sacude nuestro mundo, parte del luto es sacudirnos de nuestras ideas preconcebidas sobre como las cosas ‘deben ser’. Hoy pienso en como en mi vida, ha habido un luto ante la ‘muerte de dios’ (en minúscula) en mi vida — pero sin esa muerte, no puede realmente nacer Dios (con mayúscula), como lo sigo conociendo de maneras distintas a través de mi caminar. 

Verso 15: Pero mis hermanos son arroyos inconstantes; 
Verso 21: ¡ven algo espantoso, y se asustan! 

 Siguiendo el tema que hablé arriba, pienso que de lo más triste que he hecho a otros, o que me han hecho a mí es abandonar a alguien cuando lo que le pasó o lo que me pasó ya no encaja en una visión de mundo. Quizás es la naturaleza de la vida. Pero leyendo las palabras llenas de angustia de Job en este capítulo, realmente me traslado al dolor que he sentido por relaciones rotas. Mientras más pasa la vida, más me importa amar bien a las poquitas personas que tengo cerca… y también a las muchas otras que no tengo tan cerca. Es difícil, pero las relaciones envuelven ese ‘quedarse’ cuando el camino se dificulta, ese seguir embarrándose las manos. Hay extremos, hay situaciones no-saludables— pero hay muchos ‘in between’ en esto, y creo que he sido muy pronta en ‘ver algo espantoso’ e irme. Y cuánto me ha dolido que me lo hayan hecho a mí. Quiero seguir aprendiendo. 

 Verso 25: Las palabras justas no ofenden, ¡pero los argumentos de ustedes no prueban nada! 

 Este verso es interesante porque otras traducciones parecerían tener otro significado. Aquí otro ejemplo. 

 NIV: How painful are honest words! But what do your arguments prove? 

 Creo que en ambas versiones hay verdad. Creo que las palabras justas pues, son justas, tienen bondad en ellas. Pero también, uff, cuánto duelen en ocasiones las palabras honestas. Creo que lo que tienen en común es que a veces, es necesario decir lo que sentimos, en especial en una relación. No obstante, qué importante la segunda parte del verso — ¿qué ganan los argumentos? Cuando se ama, pienso yo que deja de ser tan importante ‘tener la razón’. Muchas veces he herido gente que amo por querer ‘decir la verdad’ disfrazando mi propio ‘self-righteousness’ al decirlo. Entones, decir la verdad por decirla, por ganar un argumento, quizás no vale el dolor que pueden causar.

domingo, 19 de abril de 2020

Job 5



Los capítulos 4 y 5 de Job son ambos el discurso de su amigo Elifaz. Éste, viendo la situación que atraviesa su amigo, ofrece su opinión sobre lo que le está sucediendo a Job. Me los imagino sentados en una piedra, con la cabeza en las manos, tratando de encontrarle sentido a todo lo que está ocurriendo. Me trae a la mente innumerables conversaciones con amigos a través de los años, mientras nos acompañamos en el dolor, buscando entender, pues, todo. 

La verdad es que no soy teóloga y no creo que puedo asumir que lo que Elifaz dice es "Palabra de Dios", sin mirar un contexto. También no sé por qué estos capítulos forman parte del libro. No sé bien como interpretar lo que dice Elifaz.  Con este 'disclaimer', me he aventurado a ofrecer mi opinión y pensamientos al leer estos dos capítulos, con énfasis en el capítulo 5. 

Me llama mucho la atención que Elifaz comienza su discurso diciendo "Lo siento, pero no me puedo quedar callado". Me identifico con esto, porque en muchas ocasiones, gente que amo ha atravesado situaciones difíciles. En más veces de las que me gustaría admitir, yo tengo mi propia opinión sobre lo que les está sucediendo, y no he tenido reparos en comunicarlo. Esto me ocurría más cuando vivía una vida bien ‘blanco y negro’, cuando pensaba que todo era simple matemática de causa y efecto. Creo que en muchos momentos me he parecido a Elifaz, honestamente. Como diría mi marido, ¡pido perdón! Viendo todas las cosas que dice Elifaz después y todo lo que pasa después, me hace pensar que a veces es mejor guardar silencio, al menos de inicio. No puedo evitar pensar en el ejemplo de María, la mamá de Jesús, y como ella ‘guardaba todas estas cosas (Lucas 2). Esto quizás me ayudará a evitar llegar a conclusiones equivocadas sobre lo que sucede en la vida en general, especialmente en la vida íntima de otras personas.

De todas las cosas que dice el amigo de Job, esta me parece de las más certeras: 

Job 5:2 - "Resentment kills a fool,
    and envy slays the simple.” —

Resentimiento y envidia, cosas que hacen daño, pero que también son sentimientos de ’superficie’, que esconden mucho más debajo. Admito que sufro mucho de resentimiento y envidia, jaja, y leyendo esto, siendo ese ‘nudge’ en mi interior a no dejar que esos sentimientos me dominen. Quiero aspirar a profundizar, a ver más allá. 

That’s all I got. 



Job 4


ESCRITO EN SEPTIEMBRE 2, 2019

Job 4:3 Think how you have instructed many,
    how you have strengthened feeble hands.
Your words have supported those who stumbled;
    you have strengthened faltering knees.
But now trouble comes to you, and you are discouraged;
    it strikes you, and you are dismayed.
Should not your piety be your confidence
    and your blameless ways your hope?

Hace un tiempo estoy retomando mi estudio de Job, inicialmente de manera privada. Leí el capítulo 4 y pensaba honestamente, en mi propia vida. He tenido momentos de ‘highs’ donde al menos me he creído la película de que ayudo a la gente, a la humanidad, donde he pensado que estoy haciendo una diferencia… y entonces llegan momentos como ahora, donde luego de tanto nadar, cosas pequeñas me abruman y me siento ansiosa, desorientada, y defraudada de mí misma. 

El amigo de job le pregunta si su propia piedad debería ser su confianza y si su ‘perfección’ debería ser su esperanza. Y en mis 32 años so gar, sigo pensando que mi realidad es que no. En mi experiencia, cuando pongo mi confianza y mi esperanza completamente en mí misma, no va a ninguna parte. La vida y realmente, mi amado Señor en la intimidad de mis pensamientos y mi corazón, me siguen recordando que no ponga mis tesoros donde la polilla o el orín lo corrompen (Mateo 6!). La mejor vida que puedo soñar y por la que oro es una vida sencilla, que honre a Dios, que siga el camino del bien. Ya sé a donde me lleva el otro camino, y no quiero eso para mí. Qué bueno que sé el final de la historia de Job. Que al final de todo lo que ocurre, quizás no recuperas lo perdido, pero sales forjada como el oro.